La perla de la Costa Amalfitana

Positano

«Tras Praiano, la carretera se ensancha, los muros se vuelven más altos y terminan los pueblos. Te parece que te pierdes, te preguntas si no te habrás equivocado de rumbo. Te paras, atraviesas la carretera y miras más allá del muro, de la parte del mar. Si estás en uno de los lugares adecuados, tendrás una impresionante vista de Positano, misteriosa y fantástica: será tu estrella polar. Te pones de nuevo en camino y, algunos kilómetros más adelante, llegas. Recorres una larga cinta que rodea las casas al final del cual la carretera comienza a descender en una especie de remolino hasta la Piazza dei Mulini. A pocos metros a pie estás en la Spiaggia Grande. Te das la vuelta y te das cuenta de que estás como en un escenario, rodeado de racimos de casas que sirven de fondo al gran espectáculo de la vida. Solo tienes que elegir si eres espectador, protagonista o extra. Solo depende de ti: el mito no impone nada.»

Fuente Comune di Positano

Estrechas calles arremolinadas en la montaña en una escarpada carrera hacia el mar: urbanísticamente, Positano es un proyecto audaz e inolvidable, con casas engastadas en la roca como piedras preciosas, terrazas y empinadas escaleras.
Todo ello alimenta el mito según el cual Positano fue fundado por Poseidón, el dios del mar, por amor a su amada ninfa Pasitea.

Un retal de una historia que hunde sus profundas raíces en el tiempo. Positano ha sido un crisol de culturas con huellas que se remontan al Paleolítico, los fenicios y los griegos, que en sus viajes hacia Occidente se detuvieron en estos parajes habitados por los picenos. Los siguieron los romanos, que construyeron en los alrededores de la Spiaggia Grande una rica villa patricia hoy en día enterrada por los jardines y la iglesia de la Assunta; después pasó a formar parte de la República de Amalfi, que la enriqueció gracias al comercio con el Medio Oriente y los barcos que surcaban el Mediterráneo. Los siguieron los angevinos y aragoneses, las incursiones de los sarracenos, que todavía hoy se representan en el famoso desembarco, después los turcos y las fortificaciones, con las torres que todavía hoy son testimonio de la defensa de los piratas. En el siglo XVIII, la explosión del Barroco de las espléndidas villas del lado oriental de la montaña, fruto del florido comercio de las especies, las sedes y las maderas preciosas, después las primeras migraciones, a continuación la Segunda Guerra Mundial, donde fue refugio para los artistas que, cautivados por las bellezas de la naturaleza, dieron impulso y desahogo a su inspiración enriqueciendo con la belleza de su arte villas, conventos y casas privadas.

Esta belleza se ha conservado hasta hoy, con los característicos encalados de cal viva que contraponen al blanco absoluto de las murallas los vivos colores de las mayólicas, con las cúpulas que recogían el agua de la lluvia en las cisternas que están frente a la majestuosa cúpula de la iglesia de S. Maria Assunta.

Como ha sido siempre, Positano es hoy un crisol de culturas, las de los numerosísimos viajeros que, recorriendo las estrechas calles que corren escarpadas hacia el mar, son cautivados por el admirable espectáculo de la naturaleza, que en el curso de los siglos el hombre ha sabido dominar, convirtiéndola en una casa hospitalaria de incomparable arquitectura junto al mar.

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